Habilidades blandas para sostener las habilidades duras, esa es la cuestión

Siempre escuché hablar de habilidades “duras” y “blandas”, de profesiones estructuradas y de otras no tanto. En mi formación universitaria, las cuestiones técnicas y científicas, las normas y el análisis fueron preponderantes académicamente. Lo mismo se repitió a lo largo del desarrollo de mi carrera corporativa. Las personas más valoradas eran quienes más sabían, los expertos, los que recitaban los fallos judiciales y comparaban la doctrina de memoria. “Nadie sabe tanto como…” era una frase que se escuchaba y que, por supuesto, hacía sentir chiquititos a todos los comunes mortales cuando nos tocaba trabajar con alguno de estos dioses del conocimiento. De hecho, cuando asistía a capacitaciones relacionadas con habilidades blandas sentía que estaba perdiendo el tiempo o, en el mejor de los casos, que no estaba aprendiendo nada que me fuera acercar al podio de la sabiduría profesional. Me preguntaba dónde estaba la novedad y lo especial de aprender algo así. Tenía normas, sistemas, aplicaciones, tantas cosas de que ocuparme, y alguien me venía a hablar de comunicación o trabajo en equipo. ¿Para qué?

Sin embargo todos, y me incluyo, criticábamos el desempeño de nuestros jefes en sus roles de líderes. No nos escuchaban, no nos conocían, no nos motivaban, no planificaban eficientemente nuestro trabajo, nos hacían trabajar demás por trabajos que no valían la pena, no optimizaban los recursos, etc. No entendíamos como “si saben tanto” no son los mejores líderes que podamos tener. ¿Y por qué, si eran expertos en lo suyo? ¿Por qué no eran buenos líderes si eran los mejores en sus materias? Sabían mucho más que nosotros, tenían más experiencia, eran respetados entre sus pares. ¿Por qué no los aguantábamos? ¿Por qué no nos generaban ningún compromiso? 

Acá es donde las “habilidades blandas”, que la formación tradicional casi nunca nos enseña, las de los cursos que no tomamos en serio, se ponen en juego. Porque la carrera de muchos se basa en la puesta en práctica de técnicas o habilidades específicas: vender bien, programar bien, diagnosticar bien, asesorar bien, liquidar bien impuestos o hacer balances correctos. Entonces, después de hacer estas cosas cada vez mejor, llega el premio mayor: un ascenso. Lo cual es muy bueno, salvo porque ya no vamos a tener que hacer esas cosas que hacíamos tan bien y por las que fuimos premiados. Vamos a necesitar liderar equipos, planificar, generar compromiso, motivar, comunicar bien los objetivos, evaluar, dar feedback, etc. Y puedo asegurarles que si no llegamos a esa instancia bien preparados vamos a ser, en la mayoría de los casos, uno más de esos jefes a los que criticábamos. Porque son esas habilidades blandas que no nos ocupamos de tener, las que van a sostenernos y hacernos exitosos en ese lugar a donde nos llevaron nuestras habilidades “duras”.

Te propongo que te auto-evalúes o, si querés dar un paso más allá, preguntes a tu equipo, a las personas que trabajan con vos, tus socios, etc. (puede ser en forma anónima) qué es lo que más les cuesta de trabajar con vos. Qué es eso que les falta – de acuerdo a sus expectativas – para sentirse acompañados, motivados, liderados. Te pueden sorprender los resultados, pero la idea no es frustrarte o sentir que estás muy lejos de lo que esperan, sino que puedas tener elementos para decidir el próximo paso en tu carrera y crecer, acompañando el crecimiento de tu equipo de trabajo. 

Para adquirir esas herramientas que te ayudarán a achicar la brecha que descubras, no siempre vas a necesitar un master o un posgrado, ya que hoy hay numerosas formas de aprender y de desarrollarnos. Quizás encuentres esas herramientas en un curso, un libro, trabajando con un mentor, un experto, o un coach para desarrollar eso que estás necesitando y que te va a ayudar a llevar tu desempeño a un mejor nivel. 

¿Sos excelente pero tu equipo no te entiende? ¿Pedís una cosa y hacen otras?

¿Las cosas nunca están para cuando las pedís?

¿Todos te halagaban antes de este puesto pero ahora no lográs los resultados que esperabas?

¿Tu equipo no se “engancha” con vos? ¿Los ves desmotivados?

Las respuestas a estas preguntas pueden ayudarte a descubrir qué es eso que necesitás desarrollar. Porque si hay algo que aprendí es que el problema, en general, no está afuera. Podés reemplazar a todos tus colaboradores, cambiar de socios o clientes, pero si tenés “baches” en tu desarrollo profesional, no los va a cambiar la gente alrededor. 

¿Qué habilidad blanda sostiene tus habilidades duras? ¿Cuál te está faltando? Espero que estas palabras disparen y acompañen tu reflexión.

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